domingo, 29 de marzo de 2015

El Aire



El aire

Embalsamado en jacintos

corría por la ladera

despeñándose infinito

por una roca Tarpeya

desesperado, contrito.



Por no ceñir las hechuras

de tus andares bonitos.

Por envidiar tus alientos,

que pueden darle achares

a las carrizos sedientos

a los juncos de la charcas


y a las  aves en su vuelo


que suelen darme pesares

cuando pasas sin mirarme

y me dejas solo duelos.


El viento como mi alma

llora para sus adentros

las ausencias de tus ojos

la soledad y el desprecio.