Ayer partía de un texto
de Neruda para hablar del silencio de la amada. Salían a la luz
varios silencios y con ellos el estado que en mi estar producen. Ese
era el cimiento. Al final centrado en la ira, con más oficio en
emparejar palabras llega la conclusión de esta manera. Sin trampa ni
cartón, sin cartas en la manga, queda un ejemplo de como a veces se
realiza la creación que como orfebre engasta una a una las palabras.
Quedan otros silencios y otras experiencias las guarden las musas
para un postrer mañana...
Me
gustan tus silencios por que no callan
de
la mirada tuya la voz, el verbo
silencios
como flanes que temblorosos
cubiertos
de amargo caramelo
También
los silencios tormentosos
el
chaparrón de tu desprecio encierran
para
romper de improviso el rayo
el
trueno la ira cautiva mirada
Silencios
elocuentes cuando acallan
fiero
el ademán áspero el gesto
la
voz de tu desdén hasta que estallan.
la
cólera crepúsculo escarlata
en
triste lubricán lagrimas bañan
sonrisa
que al final torna la calma.