domingo, 5 de mayo de 2013

A Propósito de La Pardo Bazán.

Hoy quería traer hasta vosotros
un poco de poesía insospechada
de esa que aparece entremezclada
en palabras que componen los áridos
que son de una novela la argamasa.

No es Doña Emilia mujer poeta
no lo es comparada con otras
que como Rosalía pusieron en la rima
sus entrañas.
Y sin embargo hay una novela
que intitulada el saludo de las brujas
contiene perlas como esta

Es raro, además, que un mismo poeta logre, en momentos dados, conmover a dos almas. Cuando Rosario leía, era sólo por entregarse a igual ocupación que Felipe. Este, en cambio, buscaba en los poetas el reflejo de sus sensaciones y la armonía con el mundo exterior, y especialmente le deleitaba la lectura de Horacio:
  Coge la flor que hoy nace alegre, ufana: ¡quién sabe si otra nacerá mañana!...
El afán de detener la dicha al vuelo, como se caza una mariposa, era lo que dominaba en Felipe. La convicción de que aquel celeste episodio no era eterno, ni aun duradero, prestaba a su sentimiento un ardor que a veces se parecía al frenesí; duplicaba la intensidad de su pasión y le despeñaba, por decirlo así, con los ojos cerrados, a un insondable golfo de ventura. ¿No acababa de ver de cerca el sepulcro? ¿No podría estar ahora ya disuelto, convertido en ceniza? Era pagano, pagano, y disfrutaba del instante fugaz...
Horacio Carpe Diem la vida que fluyendo huye