El dulce encanto que tu voz provoca
unida la magia de tu cuerpo
evoca la pasión y el alma aloca
aviva a la carne en su deseo
atonta la razón y ciega el seso
te tuve una dos o tres mil veces
te poseí hasta la nausea y el hastío
subí tu monte de venus peregrino
como Sísifo trepando en mi deseo
la piedra que arrastro a mis espaldas
venéreo deseo.
Kasi
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